Invocación a la alegría
Miré sus ojos y descubrí Tras ellos un mundo todo Para disfrutarlo juntos. Toqué sus manos y sentí Que podríamos caminar A la par toda la vida. Besé sus labios y escuché voces que me llamaban A soñar un futuro conjunto. Acaricié sus pechos y sonó Un corazón que me pedía Ir a su lado por el mismo camino. Penetré en su interior y susurró Palabras que prometían un amor Que lucharía contra el tiempo Y la abulia de los días Que pasaron tan rápidos Como el recreo de los niños en la escuela. Aquel mundo imaginado en las noches Veraniegas de eterno frenesí y desenfreno Nos enseñó que la vida tiene recovecos Inimaginables y que el futuro abre tantas Posibilidades como caminos que inaugurar Con nuestros pies sobre la tierra virgen De una inmensa pradera sin horizonte. El amor presentido se fragua Con un fuego cada día renovado.