Entre el alba y la aurora

 



Cuando el alba

Comienza a hacerse aurora

En la Magdalena,

El frescor matinal

Entra por la ventana entreabierta

Y vigoriza el rostro,

Te despereza

Con la brisa temprana.

La algarabía del día por venir

Resuena en mil cantos

De aves que inicían su jornada

Una vez más,

Constantes en su rutina inmensa,

En su repetir eterno del goce de la vida,

Recurrentes como las olas

Que mueven las mareas

Y golpean contra el acantilado.

¿Tendrán en su quehacer reiterativo

Una nueva ilusión,

Aves y mar, como yo tengo?

El sol levanta ya, 7 y 13.

Pone fin a la media luz

Y hace visibles las figuras

Que un instante antes sólo se insinuaban.

Los sueños imprecisos del alba

Dejan paso a una claridad

Que deslumbra y ciega en la aurora

Las entrevisiones de la noche.

Dos claridades diferentes:

Una, de luz; la otra, de imaginaciones.


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