La sociedad volcada al ocio

 Las imágenes de jóvenes celebrando, de forma irresponsable, el fin del estado de alarma como si fuera el fin de la pandemia nos han alarmado a muchos. Hemos visto imágenes similares en todo el mundo, especialmente en Europa. Además de la crítica, conviene pensar las causas.

Desde hace más de un siglo la sociedad occidental primero y luego el resto están volcadas al ocio como lo más importante de la vida. La concepción calvinista del capitalismo, que ensalza el triunfo laboral como predestinación, tiene su máxima expresión en el disfrute del ocio, opulento si se puede.

Las medidas sanitarias contra la pandemia han afectado principalmente al ocio, que es lo que la gente más valora hoy. Por eso, una cierta apertura se vive como una liberación necesaria, la gente piensa que sin el ocio su vida carece de sentido. Las otras cosas de su vida no les llenan.

Necesitamos un replanteamiento radical del sentido de la vida que esta sociedad de masas volcada al ocio, a un determinado tipo de ocio, produce y la postergación de otros disfrutes sencillos y menos consumistas y menos masificados. ¿Por qué el disfrute se asocia con celebraciones masivas?

Estamos en sociedades complejas y es imprudente generalizar pero sí podemos observar comportamientos estándares mayoritarios. Una de las claves para entender lo que pasa es que a la gente no le satisface la mayor parte de su vida: ni el estudio si son jóvenes ni el trabajo si son adultos.

Estudio y trabajo llenan la mayor parte de nuestras horas, pero no son el quehacer vocacional para muchísima gente, sino un modo de conseguir una posición que nos permita disfrutar las otras horas que nos quedan libres, el ocio.

Nos sentimos alienados en nuestro quehacer cotidiano y sólo el ocio puede ser una cura de esa alienación. Insisto, no quiero generalizar. Por ejemplo yo no, o parcialmente no, porque también en el trabajo vocacional de la vida intelectual estamos sometidos a burocracias absurdas y alienantes.

El cambio radical de la sociedad futura debería venir por una formación que permita a cada uno desarrollar su vocación y ejercer su trabajo de forma no alienante. Esto es un tópico marxista, pero pienso que sigue teniendo utilidad, desde fundamentos no sólo marxistas sino liberales.

La AI (Inteligencia Artificial) cambiará sustancialmente el mundo laboral tal y como lo conocemos. No es sólo el fin ya prolongado de la estructura industrial fordista sino que va mucho más allá y afectará, como ya lo hace, a todos los aspectos de nuestra vida.

Como toda crisis será también una apertura de posibilidades. Debería permitirnos corregir los muchos defectos ya conocidos de la sociedad de libre mercado, no para enterrarla como quieren algunos sin ofrecer a cambio nada creíble, sino para humanizarla.

Y no sólo en el sentido de dar respuesta eficiente a problemas como la pobreza, las migraciones forzadas, la incultura, el deterioro del medio, la desigualdad de oportunidades, etc., sino también para afrontar desde perspectivas nuevas la realización del propio yo en su circunstancia.

Algo de esto hay en las imprudentes manifestaciones de felicidad por el fin del estado de alarma. La gente tiene, tenemos, ganas de disfrutar de un ocio que nos ha sido arrebatado porque sin él la vida carece casi de sentido. No puede ser excusa para vulnerar las normas. Sí para pensar los déficits.

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