Dos poemas de los Versos del desencanto

Desde hace tiempo voy escribiendo un poemario, según sale, que llamo Versos del desencanto.

No sé por qué me vienen estos versos tan tristes siendo una persona de natural optimista y encantada y gozosa de la vida, pero salen, y no quiero reprimirlos. La poesía te transporta a otras vidas, te permite otras vivencias que no son las tuyas y te enriquecen.


                                        I


                        Mi alma desgarrada

 

Ella se ha ido.

Un golpe seco del hacha vengadora.

No hay herida.

No veo brotar la sangre

Pero algo muy profundo

Dentro de mí se ha roto.

Puedo sentir el tajo.

El dolor es inmenso y todo me atraviesa.

Mi cuerpo está íntegro

Pero noto que estoy partido en dos

De arriba a abajo.

De abajo a arriba.

Ya nadie me amará como me amaba ella.

Con ese amor natural y gratuito.

Sin contraprestaciones.

Sin pedir nada a cambio.

Ofreciéndolo todo a todas horas.

Nadie sentirá de igual forma mis alegrías.

Ni sufrirá más que yo mis tristezas.

Así, naturalmente, sin palabras,

Ni explicaciones para el entendimiento

Porque ella lo sabía ya antes de que el ser fuera.

Antes de que la realidad mostrase su faz.

 

El funcionario bajó burocráticamente la tapa del ataúd.

Sonó un golpe seco.

Púmmmmm

Era uno más.

Uno más entre los cientos que había cerrado un tanto indiferente.

Púmmmmm

Seguía resonando en mi cabeza

Durante el trayecto que nos llevó al cementerio.

La caja golpeo las entrañas de la tierra

Mientras una suave lluvia caía sobre nosotros.

Y sentí otro hachazo

Contra mi alma ya desgarrada.

¡Madre! Grité.

Nadie contesta.


---

Una mañana de abril me desperté pensando que mi madre había muerto. Afortunadamente sigue entre nosotros. Salieron estos versos del sentimiento que produjo el sueño.





                                    II


                       Cansancio de vivir 


 
He descendido tantas veces
Las escaleras dantescas del infierno
Que ya en el paraíso no me veo.
 
Me siento incómodo entre tanta abundancia
Y alegría.
 
Ya del amor no gozo
Porque sé que su fin
Se aproxima más raudo
Que el orgasmo que enmascara
Con su frenética alegría instantánea
La tristeza profunda de la eternidad.
 
He sido. He vivido mil aventuras.
He gozado. He creído.
Pero ahora no hallo fuerzas
Para el entusiasmo.
Para extasiarme entre unos pechos
Que pronto decaerán
Como decae la dicha.
 
Soy un fué, y un será, y un es cansado
Escribió Quevedo en un endecasílabo memorable.
Al cansancio del ser añado
El tremendo temor a que el futuro
Me agote aún más.
 
Cansancio de vivir
Es lo que siento.
 
La edad ha desvanecido todas las ilusiones.
Las esperanzas se fueron por el retrete.
Los amores se desinflaron
Al pincharse con las espinas del camino
Que aunque fue de rosas
También tenía púas envenenadas.
 
Ay! Esto de vivir es agotador.







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