Más poemas de los Versos del desencanto
Ayer nos acercamos en familia a conocer la nueva librería La Mistral, que aún no habíamos visitado, entre Arenal y Mayor, y luego pasamos por La Central en Callao. Paseo por Gran Vía y la remodelada Plaza de España, reverencia íntima a Cervantes, volvimos a Palacio sin pretensiones regias, y tapeamos castizamente por Ramales y Ópera. Siempre acuden recuerdos de la infancia en mis paseos por el centro, memoria de un Madrid que se pierde y se rehace a su modo. Luego, en casa, salieron estos versos.
I
Hoy es el primer año
Que no está.
Y así en todo.
II
Aunque las estupendas señoritas del tiempo
Lo anunciaban desde hacía días,
Con sus palabras y mapas,
No con sus ropas,
Siempre llega sin aviso.
De pronto un día te levantas
Y está ahí:
El frío.
En Madrid se dice:
9 meses de invierno
Y 3 de infierno.
Hay que despedirse
De la camisa de manga corta
Y del shorcito,
Que dice un amigo cubano.
Rescatar el plumas y la bufanda.
Recuperar las botas
Y el calcetín grueso.
Pero no me negarán
Que da regusto meterse debajo
Del edredón y acurrucarse
En esas primeras noches del invierno
Y soñar con el calor
De un cuerpo que abrace
Y unos labios dispuestos al deseo.
III
Llenaré las horas vacías
De silencios
Para reencontrarme con aquél que fui
Si es que acude.
IV
Los fantasmas de aquellos que quise ser
Acuden en tropel para juzgarme.
Preguntan insistentes. Recuerdan todo.
No sé qué contestarles.
No tengo tan nítidos los recuerdos
Y no quiero tenerlos.
He racionalizado éste que soy.
Me he comprendido.
Me he acostumbrado a habitarme.
Pero, de vez en cuando, me miro en el espejo
Y una lágrima emerge entre los párpados.
Suspiro hondo. Con un dedo recojo
Aquellas ilusiones transmutadas en agua,
En nada.
Hay que seguir viviendo.
V
Los poetas inventamos mundos
Porque éste es realmente insoportable.
Necesitamos otros que sean
Imaginariamente vivibles.
VI
Qué fácil es soñar la dicha
Y qué difícil alcanzarla.
Imaginé tus labios en mi boca,
Tus pechos en mis manos,
El calor de tu cuerpo junto al mío.
El traqueteo del metro
Acompasó mi cuento imaginario
Con sones que parecían propicios
A la gloria.
Todo era fácil en la imaginación.
Tribunal, hay que bajarse.
Allí estabas tú
Con tu mirada alegre,
Y tu melena rubia ensortijada.
Besé tus mejillas.
Intercambiamos unas palabras vanas.
El alcohol fue cumpliendo su destino
Y la lengua se soltó tanto como los músculos.
Hablamos, bebimos y bailamos.
Las conversaciones iban saltando
De uno a otro dentro del grupo
Y no encontré el momento
Ni tú lo buscaste.
Las claridades se convirtieron
En negros nubarrones.
Los momentos soñados para dar el paso,
En miles de impedimentos. En ahoras no.
Entonces vi que tu mirada era distinta
Cuando la dirigías a mi amigo.
Volví a la realidad.
Pedí la última copa. La apuré.
Me voy. Ya es tarde.
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